Mindfulness: los beneficios de la atención plena

Continuamente estamos recibiendo estímulos externos que nos interrumpen y nos desconcentran. A veces somos nosotros mismos los que nos dispersamos. Vivimos en una época en que queremos estar tan conectados a todo que se nos olvida conectar con nosotr@s mism@s. Esto se traduce en estrés, ansiedad, sensación de agobio, de no tener tiempo para nada… Y es en este contexto donde ha irrumpido con fuerza la práctica del mindfulness, también conocida como atención consciente o atención plena.

El mindfulness puede considerarse una técnica de meditación. Lo que se pretende es relajar la conciencia y reconocer qué ocurre en cada instante en nuestro interior: saber cuáles son nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos, evitando emitir juicios de valor de si están bien o están mal. La atención consciente consigue separarnos de nuestros pensamientos para poder reconocerlos y poner en duda los patrones mentales, siempre desde la atención plena al momento presente (el aquí y el ahora).

Como tantas otras capacidades humanas, la atención consciente se entrena. Existen diferentes ejercicios para desarrollar esta capacidad (colorear un mandala es uno de ellos), pero el más habitual en mindfulness es concentrarse en la respiración. Hay que buscar un espacio adecuado y confortable y sentarnos cómodamente en el suelo con la espalda en ángulo recto. Cuando toda la atención esté puesta en la conciencia de la respiración podemos emitir un mantra (una palabra, una frase corta o un sonido como “ohm”) que nos lleve a un estado de relajación. También tendremos que visualizar un lugar que nos produzca bienestar. A medida que se va ganando práctica, podremos concentrarnos en estímulos más específicos.

 

¿Qué ocurre cuando no hay atención plena?

Pues que solemos prestar sólo una pequeña parte de nuestra atención a la actividad del momento, mientras la mente y los pensamientos se dispersan. Vivimos en el modo “piloto automático”, ocupándonos de nuestras cosas con muy poca conciencia de los detalles de nuestra experiencia del momento, ni siquiera de las intenciones que motivan nuestras acciones.

Practicando el mindfulness, aprendemos a elegir cómo respondemos a todo aquello que nos afecta en la vida. Dejamos de “reaccionar” ante cualquier experiencia y nos permitimos el lujo de “responder” con mayor sensibilidad ante las diferentes circunstancias. Reconquistamos la libertad de alejarnos de aquello que nos es nocivo y de prolongar las experiencias que nos proporcionan bienestar.

 

Los budistas ya conocían los beneficios de la atención consciente hace siglos

El mindfulness es una práctica de origen budista que cuenta con más de 2.500 años de antigüedad y que en Occidente aparece hace casi cuatro décadas para tratar problemas asociados al estrés y al dolor crónico. Los estudios científicos han demostrado lo que ya sabían los budistas hace muchos siglos: la atención consciente ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, a ser más creativos, a poder juzgar y valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional, a un mayor autocontrol en los niños y niñas, a dotar de más recursos para afrontar una enfermedad crónica, a la mejora objetiva de los niveles de salud, a disfrutar de aquello que se está haciendo y, en definitiva, a una mayor calidad de vida. Además, en la medida que seamos capaces de poner nuestro foco en una sola actividad, mejores serán los resultados.

 

Fuentes

https://psicologiaymente.net/meditacion/que-es-mindfulness

http://elpais.com/elpais/2014/12/05/eps/1417796395_262217.html

http://www.respiravida.net/que-es-la-atencion-consciente-o-mindfulness